domingo, 10 de noviembre de 2013

Desesperado grito de amor.

Maldigo al niño travieso, que se encarga de decidir en el amor.
Enfermo, neurótico, exótico y animal.
Bestia que aúlla en llanuras de anhelos muertos,
observas con ojos exuberantes todo cuanto pasa
frente a tus pies,
y nosotros amantes enfermantes
recalcitrantes
animales, no nos dejamos dominar.
Nos destrozamos el corazón y las buenas intenciones
cada vez que nos miramos y volvemos
como perros obsesos, a lamer las heridas
de palabras mal dichas.

El cristal de tu mirada,
se me clava en la sangre
y me zapatea firme
como deseando desarmarme.
Todo el salvajismo de este amor, se cuela por mi frente
y me hace pensar ardiente
que como amantes, somos perfectos enemigos.
Sabiendo que eres el centro de mi órbita, te ríes de los mil intentos
que hago por escapar de ti, y en tu risa diabólica de dientes
esclavistas,
paseo mi vista
como deseando desear algo de verdad.

Porque, desde que llegaste a mi vida
solo deseo tu pelo
tu risa
tus manos junto a las mías.
Y se me junta el corazón con el estomago,
el estomago con el alma,
de tanto pensar en ti y en esta guerra que a ratos,
parece consumirnos con insolencia ancestral.