domingo, 10 de noviembre de 2013

Desesperado grito de amor.

Maldigo al niño travieso, que se encarga de decidir en el amor.
Enfermo, neurótico, exótico y animal.
Bestia que aúlla en llanuras de anhelos muertos,
observas con ojos exuberantes todo cuanto pasa
frente a tus pies,
y nosotros amantes enfermantes
recalcitrantes
animales, no nos dejamos dominar.
Nos destrozamos el corazón y las buenas intenciones
cada vez que nos miramos y volvemos
como perros obsesos, a lamer las heridas
de palabras mal dichas.

El cristal de tu mirada,
se me clava en la sangre
y me zapatea firme
como deseando desarmarme.
Todo el salvajismo de este amor, se cuela por mi frente
y me hace pensar ardiente
que como amantes, somos perfectos enemigos.
Sabiendo que eres el centro de mi órbita, te ríes de los mil intentos
que hago por escapar de ti, y en tu risa diabólica de dientes
esclavistas,
paseo mi vista
como deseando desear algo de verdad.

Porque, desde que llegaste a mi vida
solo deseo tu pelo
tu risa
tus manos junto a las mías.
Y se me junta el corazón con el estomago,
el estomago con el alma,
de tanto pensar en ti y en esta guerra que a ratos,
parece consumirnos con insolencia ancestral.

miércoles, 17 de julio de 2013

Explosión

Mi poesía se parece a ti.
Es por esto que te he bautizado
con mil nombres...

Quiero saciar el hambre que tiene mi boca,
                      el hambre de decir tu nombre

Te veo donde hay paz
y casi puedo saborearte donde hay luz,
porque eres todas esas respuestas
que por años busqué.

Somos la precisión del alma desnuda,
que invoca
   a la roca del destino,
la misma que por ahora
nos mantiene unidos.

Mi poesía se parece a ti
porque eres paz y libertad
gratitud
confianza
y serena intimidad.

Un sin sentido.

"...Dime con quien andas
y te diré quien eres..."

Si las personas que me acompañan
definen quien soy,
entonces feliz digo que soy un artista,
un acróbata, un malabarista y un ser alado.
Todo eso junto, manifestándose por separado.

Soy un músico talentoso, y tengo también
una voz dulce.
Tengo el pelo rojo, porque la libertad que
corre por mis venas así lo quiere.

Soy disciplinado, apasionado
risueño y a veces gruñón.
Pero sobre todo soy sincero.

Soy inteligente, más de lo que ciertas personas
quisieran,
y soy también una mezcla de payaso
y bailarín.

He estado en España,
he huido de mi hogar
a veces me escondo de mis padres
para no dejar de soñar.

Dibujo y pinto,
planifico en mi corazón y busco
otros lugares para llevar alegría.

Soy circo y soy teatro
¿O era al revés?
Soy esa tela que baja de los cielos,
el arcángel que te besa,
la muerte que te asecha.

Soy un trapecio quieto,
soy una lira
un martillo
sonido de lluvia
poema fantasmal
a veces me creo Neruda
y uso estas letras para poder amar.

martes, 16 de julio de 2013

Nuevo canto

La incertidumbre que resbala de tus labios,
ha seducido mis pensamientos.
                           Eres una cárcel de movimientos amplios
                           como el mar, tú me escondes un secreto.

Nuestra pared de locura fluctúa,
danza a nuestro alrededor
sinuosa,
            alarmante,
                            frágil,
                                     espumante.
                         Como todo lo que escapa de la oscuridad.

Si yo pudiera compararte con algo
te pintaría como pinto al viento,
con alas fuertes y ojos de deseo.

                       Manos intrépidas que todo lo conocen
me dibujan tus miradas en torno al corazón
y yo tiemblo
               y temo
                        y dudo
                                 y canto

Pero sobre todo, quiero. Quiero todo lo que tienes,
                                    quiero todo lo que eres,
                              quiero aquello interesante
te quiero, porque pareces un viajero errante.

Me tornas todo fuego, ímpetu y tempestad
locura,         ternura         y            amistad,
te pienso y con ansiedad
me oculto en nuestra verdad,
...
deseando ante todo, que esto no vaya a acabar.




sábado, 29 de junio de 2013

Él era, era él.

Era él, un lobo domesticable
que llevaba en su cola,
la gloria de mundos caídos.

Él era,
como la roca que encierra
tormentas en su vientre.
Él era eterno,
hasta que me conoció.

No cabía en sus ojos
ni un beso más,
éstos corrían perlados
por entre sus piernas.

Agua de placer
me daba a beber
y sus labios heridos
aún me hacen enloquecer.

Él era, entonces,
algo incontable.
Más allá del anochecer,
coronado de alma
vestido de amanecer.